septiembre 19, 2004

SONETO DE AYER

Inmóvil. Inerte se quedó cuando se dio cuenta de que a su alrededor nadie la notaba. Encontró un rincón que le pareció acogedor. Ahí se acomodó como pudo para imaginar que si no la veían era porque ella no lo deseaba. Porque se había escondido de ellos. De todos.

Jugó durante un rato a esa mentira. Pasaba un hombre que buscaba el número de un edificio, y ella pensaba:
-¡Casi! Estuvo cerca de encontrarme.....
Había un niño que atrapaba las hormigas que pasaban por la banqueta, y ella susurraba:
- Shhhhhhhhhh.......Calladita....Calladita para que no te vea.....
Vio en ese niño a tantos que alguna vez se acercaron a hablar con ella. Era difícil aceptar que tan rápido todo había cambiado. Ahora se sentía tan sola que hasta las ganas de volar se habían esfumado. Eso que tanto le gustaba se había vuelto ahora algo sin importancia.

Pensó que quizás todo sería un sueño, y luego recordó que ella no dormía. Nunca lo había hecho, y tampoco eso le había causado nunca ningún problema. Era una de las cosas que más le gustaban de ser lo que era. No cerrar jamás los ojos, si no para suspirar. Vivir cada segundo. Mirar todo, desde que despertaba el sol hasta que salía la luna, y luego ver otra vez nacer el sol en el oriente.

La mañana, la tarde, la noche...tantas noches como la de hoy había charlado con quienes sufrían de insomnio...con las madres que se sentaban junto a sus niños enfermos esperando que pudieran dormir. Con los ancianos que se quedaban esperando que alguien les diera las buenas noches y no llegaba nadie, mas que ella.

Habrían pasado unas horas cuando se decidió salir de su escondite. La calle estaba llena de gente. Por donde pasaba se veía obligada a esquivar personas que caminaban, al parecer, sin ningún rumbo, para no chocar con ellas. Iba cantando..Les susurraba al oído palabras suaves esperando que alguien volteara y la notara. Le encantaba la reacción de quien jamás la había visto y por primera vez abría su corazón lo suficiente para verla a los ojos. Siempre se sorprendían en un principio, pero jamás sentían miedo. Sin importar que estuvieran haciendo, se detenían a observarla, a contar sus colores, a entender su belleza, a empezar a amarla.
Y ella, siempre con una sonrisa suave, les acariciaba los cabellos mientras les contaba historias maravillosas, y después, pegaba la oreja al pecho para escuchar latir sus corazones. Para descubrir los deseos más escondidos, y no siempre, pero en ocasiones, encontraba la manera de hacerlos realidad.

Sin embargo, esa noche, nadie volteó; nadie se detuvo. Seguían andando sin percatarse de que ahí estaba. De pronto, sin razón, sus oídos estaban sordos, y las palabras de ella mudas. Sus caricias ya no las sentían. ............ypara ella todo pasaba en cámara lenta.
-Así pasa a veces cuando uno se siente solo- pensó-, todo pasa muy lento. Eso me han contado los ancianos.
Su corazón de colores se resquebrajaba cada vez que besaba a alguien y no la veían. Sus vestidos iban perdiendo el brillo con cada palabra que pronunciaba y no era escuchada. Cada vez iba más cerca del suelo; Desaparecía. Cuando casi se arrastraba por el pavimento, pensó en descansar. Jamás se había sentido fatigada, y menos como ahora. Caminó dando pasos cortos. Como esperando a que alguien la alcanzará. Se perdió en el ruido de la ciudad, y de nuevo se sentó en un rincón. Allí se quedó mirando las cosas del mundo.

Su risa se esfumaba......sus bellos colores que olían a fruta se habían convertido en gris. El color de la nada. Sus ojos se apagaban, se cerraban por momentos, y cada vez que se abrían de nuevo, dejaban caer una o dos lágrimas. Ella nunca había llorado. No sabía que pasaba.
Algo tendría que haber hecho para merecer el olvido......

Repasaba en lamente cada una de sus acciones cuando vio pasar frente a ella un niño harapiento que pedía unas monedas para comer..... Contrario a lo que ella esperaba, el también era ignorado......lo miró hasta que se perdió entre el gentío cargando una bolsa sucia hecha de tela, y un periódico viejo bajo el brazo...
También vio como pasaba corriendo un hombre de negro con una pistola en la mano, y como, segundos después, pasaban frente a ella algunos otros con uniforme, gritando amenazas.
Escuchó a dos señoras que conversaban, y después de unos minutos, se alejaban molestas una de la otra, jurando no volverse a ver.
Encontró a lo lejos a un niño que buscaba a su mamá. Una anciana se escondía en un rincón y sacaba de su bolso una botella que llevaba a su boca una y otra vez. Unos jóvenes paseaban inseguros, exhalando por la boca un humo blanco que les provocaba toser.
Sus ojos, entonces, ya no esperaban a abrirse para dejar caer las lágrimas. Estas salían continuamente, como una procesión de tristezas.
Ella entendió. Cerró sus ojos para concentrarse.
Recordó los momentos que vivió antes, cuando sus vestidos eran de colores y su pelo brillaba como los ojos de un bebe pequeño. Se acordó de la fantasía, de la imaginación. Recordó el sonido de la risa de los niños, y las hermosas arrugas en los rostros de los abuelos que visitaba por las mañanas, cuando el frío los hacía despertar. Entonces abrió los ojos.....volvió a echar una mirada rápida a su alrededor.
Limpiando las lágrimas con sus manitas blancas, suspiró.....Comprendió lo que le había sucedido....
-Qué ciega y sorda he sido yo- se reprochó-, en este mundo ya no hay lugar para las hadas......

Hizo un último esfuerzo por alzar el vuelo con sus alitas débiles y rasgadas. Con mucho esfuerzo lo logró, y se acurrucó en el oído de un cachorro. El hada suspiró de nuevo, y se dejó morir con el recuerdo de lo bello que fue el mundo cuando no existía el miedo.......


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